Mixquic
Donde viven los Muertos e invitan a pasar a los vivos.
Dentro
de lo que queda hoy en día del lago de Chalco, en lo que originalmente
era una isla, se encuentra el Pueblo mágico de Mixquic, San Andrés
Mixquic en la actualidad, este pueblo fue uno de los siete pueblos
originarios de Tlahuac, y hagamos hincapié en el número siete, número
mágico por excelencia, y es que este sitio, es en realidad "mágico". El
pasado día de muertos, acudí a visitar esta localidad para vivir una
fiesta Mexicana como pocas en el país, la travesía fue ardua pues
aunque esta dentro de la ciudad de México el arribo al pueblo no es tan
sencillo.
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Uno llega a Tlahuac, y después de ese sitio, sigue
camino hasta llegar a lo que comienzan los desecados restos del algo de
Chalco y algunos canales que forman lagunas, es allí donde una valla, de
vialidad color amarilla y negra vieja y una cabina de vigilancia te
indican que estas llegando a Mixquic, esa definitivamente es el primer
umbral, la primera advertencia de que ya no estás mas en México; lo
siguiente del camino es un una vereda de tierra,. un camino adecuado
para dos automóviles en contra flujo, a las orillas una arboleda que
hace de muro señalando que la tierra acabo, porque al rededor estas
pasando por los canales de lo que fue el lago de Chalco, por si fuera
poco, un hombre viejo, caminaba por ese camino(¿carretera se podría
llamar no se?) prendiendo fuego en latas grandes de lo que supongo
alguna vez fueron envases de chiles, el caminaba lento con paso precisó,
prendiendo fuego a esos latas para hacer de antorchas que iluminaban el
camino un camino que en auto es de aproximadamente 20 o 25 minutos.
Aquella vista era impresionante un cielo semi estrellado, el agua
reflejando la luz de las antorchas, el camino iluminado, los arboles y
un aire frio, eran una mezcla de sensaciones que te invitaban a la
aventura y te ponían de nervios porque sabes algo allí adelante sucede.
bien pudo haber sido ese fuego, el cruce del agua y el viejo que
encendía el fuego, el segundo umbral. Pero aquello fue poco, en
realidad lo que te indicaba que casi llegabas y que te prepararas, era
quien yo llame el guardián del umbral; había pocos autos circulando y
los pocos que habían llevaban luces encendidas, la luz de las antorchas
tenían buen fuego, aun así ese camino se miraba oscuro, y las luces
indicaban el camino e invitaban a pasar, me preguntaba a quien; ¿a los
vivos a los muertos? no lo sé con exactitud pienso que a ambos, lo que
sí es memorable es esta figura que iba en ese camino no tan lejos de
nosotros, enfrente que impedía avanzáramos mas, era un anciano, en una
carrera jalada por un viejo caballo, creerlo o no era una sombra enorme
que impedía uno caminara, hasta que él se postro a un lado del camino
puede ver quién era y que era esa exactamente esa figura además pudimos
seguir, ¿era acaso un guardián del umbral probándote si eras digno de
entrar allí...? podría decirse que si,, porque después de ese incidente
el camino fue mas rápido.
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Acababa ese camino entre agua y
arboles iluminados por el fuego, terminaba con una casa frente y un
camino rumbo a la izquierda, un camino normal ya estábamos en el pueblo,
en el legendario y mítico San Andrés Mixquic, si no fuera que recordé
que los caminos hacia el oeste son los senderos que toman los muertos,
no me hubiera emocionado tanto, y es que si el camino después de el
umbral a Mixquic es hacia el oeste es decir a la izquierda, lo sabia en
ese momento yo ya no estaba en el mundo de los vivos, por fortuna,
cargo siempre conmigo, plata, obsidiana, un San Benito, espinas, pétalos
de rosa de Castilla, y monedas viejas para pagar peaje. Yo estaba
emocionado estaba listo.
Las calles de aquel pueblo se asemejaban
bastante a las de cualquier colonia en la ciudad de México no una de
esas nuevas colonias o barrios cosmopolitas, si no a una de las colonias
que abundan tanto en la ciudad; tiendas, autos estacionados, casas
etc. todo similar, pero todo estaba vacío, las calles iluminadas por la
alumbrada publica, marcaban un espacio vacío, y el silencio inundaba
después de varias vueltas en calles, estaba ya frente El templo y ex
convento de San Andrés Apóstol de Mixquic, donde el ruido de la gente
presente, los visitantes y locales, inundaba el sitio, puestos de comida
, tiendas abiertas artesanías y la gente postrada en fila, para entrar
al templo, casi como cuando andas en ese bosque oscuro y de pronto
llegas a un vado dónde la luz de la luna te ilumina y te dice que todo
está bien, ese templo cuasi al centro del pueblo te indicaba que estabas
bien, que habías llegado y que era momento de disfrutar.
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Fue
el ultimo umbral, la entada al templo, a ese atrio de la iglesia
adornado con flores y velas, un camino de piedra resguardado a los
costados por la tumbas de los difuntos, si porque el panteón en Mixquic
esta en el atrio de la iglesia, la gente caminaba en dos filas la que
entraba y la que salía, por allí gente calavera, otros turistas, gente
local llevando flores y muchas velas, muchas flores de colores y ese
inigualable olor a copal, que no se confunde en día de muertos. La facha
de la iglesia es sobria, mucho, es perfecta, porque como todo, el
encantó esta dentro, el bello templo, pequeño pero decorado
suntuosamente con ángeles, arcángeles y querubines que se acomodan y
juegan en las tres naves, en el coro, en la cúpula espigada. El templo
es un prodigio de laminado en oro sobre todas estas figuras y otras más
de santos y filigranas, maravillan, no es poco decir que allí habita las
maravillas, porque en el fondo esta un Cristo, que es llamado el señor
de las maravillas, pero esto no es todo, justo en el camino a la entrada
a la iglesia esta una figura prehispánica de Mixquixtl, diosa de la
vida y de la muerte, que por cierto, es posible que se le diera el
nombre a este sitio por esa Diosa, pues es allí donde se encontró su
efigie, aunque todos datan que Mixquic significa sitio del Mezquite,
sea como sea, Mixquic no es una tierra de vivos, al menos ese noche no.
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Al entrar a la iglesia un señor daba medallas de San Benito, a cambio
de cualquier moneda, -yo pensé que era un detalle, regalarte por una
moneda la medalla de protección contra el mal siempre se agradece-
porque todos sabemos que no solo los ancestros llegan en estos días de
umbrales abiertos, si no que otros muertos y seres malignos acechan, no
está de más estar bien cuidado. Saliendo de la Iglesia sigues nuevamente
a la "izquierda" de frente a la entrada de la iglesia o la derecha si
estas de espaldas a ella, por un camino angosto donde la gente caminaba
lenta y temeros, emocionados o maravilladlos, se podía ya ver, más bien
dicho "oler", porque el incienso y el copal te anunciaban que estabas
allí dónde los muertos descansan, lo siguiente era ver a lo lejos las
veladoras y los colores de las flores, tenuemente iluminados por las
velas en los sepulcros, la noche al menos en la tierra era de colores;
rojos, naranjas y amarillos, con destellos de blanco, los sepulcros
estaban adornados, la gente rezaba y estaba sentada junto a las tumbas
de sus familiares, compartían la noche, como se cuenta debe ser, los
turistas pasean entre las tumbas mirando algunos elogian el trabajo
impresionante al decorar los sepulcros, la lluvia comenzó a crear una
atmosfera nueva, lluvia ligera que apago algunas velas incito un olor
particular, el olor de la cera, quemada, pero el copal y el incienso que
estaba era más fuerte, la gente volvía encender la luz, yo tuve otro
pensamiento; si no vaya a ser que sin luz nadie descanse esta noche.
La lluvia terminaba y el lodo estaba presente, -estaba en otro sitio en
un reino de muertos pensaba emocionado-, mientras buscaba el osario,
ese Tzompnatli, donde se fusionó el Tzompantli con el corazón flechado,
el Tzompantli que sobrevive al el claustro, el templo que cobija a otro
templo, pirámide de piedras que sobrevive en y ante el templo agustino,
minutos de búsqueda entre, la gente, la viva y la muerte, estaba allí
postrado en medio del cementerio, frente donde los lugareños comentaban
"donde están las calaveras".
Este Tzompantli, es una ofrenda a los
ancestros, a los difuntos, adornado con osamentas y huesos de los
muertos, de la gente que vive eternamente en ese panteón, es adornado
con flores y frutas veladoras y dulces, es una alegoría a la vida y a la
muerte.
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-Es allí el punto máximo de esa velada- pensé, ya era
hora de marcharse, después de escuchar los canticos, en el cementerio,
las campanadas de la iglesia era momento de regresar, mucha mas gente
llegaba eran alrededor de las 9 de la noche la tierra enlodada, muchas
velas encendidas, mucha vida sobre las tumbas, era para tener una
sonrisa de esperanza, una mueca melancólica, pero jamás de disgusto,
ante tal arrebato de pasión frente los ancestros, al fin que esta era su
fiesta. Metí mi mano a la bolsa de mi pantalón en búsqueda de tres
monedas, las deje en una tumba, pagaba mi peaje, no mi entrada mi
salida, después de varios minutos en una fila de gente, volví a estar en
la calzada que conduce, a la salida del templo, de pronto ya estaba
afuera del templo, pero aun seguía en Mixquic.
El recorrido por
aquel pueblo, digo pueblo, porque el cementerio es aparte, otra
realidad, duro un poco mas de 40 minutos buscar una merienda, porque
uno no puede ir y aun pueblo y no comer, además había que compartir la
comida con los muertos, en las calles del pueblo, las calles más
cercanas al panteón, la fiesta estaba a lo grande en el palacio
municipal desfilaban catrinas, niños pidiendo calaverita, música y un
show de quien creó era Eugenia Leon, la comida, el cafe, el pan de
muerto, en cada esquina, era esta la noche de las fiesta en Mixquic.
Mixquic, es una metáfora de la naturaleza, de lo sagrado maravilloso su
convento se levantó del fuego de la tierra, de la piedra volcánica. Los
frailes mendicantes trajeron un corazón para evangelizar a los isleños
de Mixquic, un corazón como emblema, el flechado, el de San Agustín.
Ofrenda de sangre para un dios sangrante. para mi Mixquic no me resulta
raro se asocie con la palabra miquiztli; que significa muerte o miquiz,
morir. Despues de todo su escudo de armas es una calavera.
Fue momento de partir de regresar a través de los umbrales
uno por uno, con respeto, con miedo, no vaya a ser que me quede allí y
la verdad aun no es momento, Mixquic será el mezquital, el Mictlán de
Folk de la finitud, del paso de los vivos a la otra vida. Un pueblo que
nació en una isla de Chalco para venerar a la muerte y para recibir a
los visitantes del otro lado, y de todos los vivos que buscan lo mágico
barroco del Día de Muertos.