lunes, junio 13, 2016

¿Quién me engaña en la noche, y aúllapidiéndome que salga, que salga a la calle y camine,y corra, y
atraviese las calles como perro rabiosolas calles desiertas en que  es siempre de noche,buscando locamente el baccarrá en la noche?
Debo decir que tengo celos es que bueno ya quisiera ser yo el que disfrute de tan selecta compañía pero las elecciones las toman viceralmente supongo esta bien o mal al final el de los celos celos soy yo y solo las parcas pueden calmarme la ira
Hoy que la enfermedad se apodera de mi, cuando mas yace voluntariosa sobre mi corazón y me agota... pienso en el mas grande Heroe que ha existido; Alejandro Magno... Hoy hace siglos Moriría convirtiendose en ese puente que une lo divino y lo humano.
Alejandro Magno, construyó en sólo 13 años uno de los mayores imperios de la humanidad: conquistó el imperio Persa y se hizo con un dominio que se extendía por la Hélade, Egipto, Anatolia, Oriente Próximo y Asia Central, llegando a conquistar parte de la India. Era el hombre más poderoso de la tierra, pero en el año 323 a.C, cuando le faltaba poco más de un mes para cumplir 33 años, murió víctima de una extraña enfermedad y en unas circunstancias muy oscuras, que delicia pensar en que podría morir como Alejandro que delicia...
Este es la última carta que te escribo,
reapareceré cualquiera de estos domingos en la esfera gastada de tus sueños.
No olvides que mis palabras son sombras que cruzan los espejos de tu infancia;
Antiguas mañanas se hacen sólidas en los sueños que surgen de sus letras.
Esta es la última carta que te escribo,
Desde el silencio, que es mi patria la envío,
La remito a tus ojos que sólo anhelan jardines de oriente.
Con el alma fervorosa he intentado escribir la líquida luz de tus faroles.
Recuerda que el amor es lento en regresar
pero siempre retorna, como el viejo y cansado Ulises
a su Itaca inmortal.
Esta es la última carta que te escribo,
¿Cuántas palabras, cuántos relojes, cuántos hombres y mujeres entre tú y yo?
Me despido desde mi áspera orilla
a través de signos que brotan de mi corazón
y caen y se desvanecen entre estas líneas.

Si se habla de las viudas del golf, ¿puedo hablar yo de las viudas místicas? Esto es, de las chicas o de las señoras que van a misa sin sus maridos que, con todo su derecho, tendrán sus creencias u otras cosas que hacer. Yo, como voy mucho a misa y me distraigo bastante, tengo a algunas localizadas y, aunque sé que es imposible, cómo me gustaría decirle a sus maridos que nunca están más guapas que allí, radiantes, bajo la luz del mundo, rezando. Por ellos, precisamente, entre otras cosas, supongo.
Amor a raudales, Lope de Vega


No sabe qué es amor quien no te ama…
No sabe qué es amor quien no te ama,
celestial hermosura, esposo bello,
tu cabeza es de oro, y tu cabello
como el cogollo que la palma enrama.

Tu boca como lirio, que derrama
licor al alba, de marfil tu cuello;
tu mano en torno y en su palma el sello
que el alma por disfraz jacintos llama.

¡Ay Dios!, ¿en qué pensé cuando, dejando
tanta belleza y las mortales viendo,
perdí lo que pudiera estar gozando?
Mas si del tiempo que perdí me ofendo,
tal prisa me daré, que aun hora amando
venza los años que pasé fingiendo.