lunes, julio 31, 2017

Un error común es considerar que el trabajo de los conservadores es defensivo: luchar por las cosas que hay que conservar. Y eso es apasionante y, sobre todo, necesario, y ahora más que nunca. Pero no es todo. La otra mitad del deber de un conservador es crear cosas que haya que conservar.
Iba a hacerlo esta mañana.
Levantarme de la cama.
Comprar algo de comida.
Empezar con otra vida.
Pensé que sería lo mejor,
toda esta mierda se acabó
Voy a dejarlo de verdad,
ya no me gusta nada.
Y a ordenar por fin la casa,
y lavar estas dos mantas,
y recuperar mis discos,
y unas cosas que he perdido.
Y después pensé: ¡mejor que no!
y puse la televisión.
Subí a pillar un poco más,
después de todo esto no está mal.
Y después pensé: ¡mejor que no!
Y puse la televisión
Subí a pillar un poco más,
después de todo esto no está mal,
no está mal,
no está mal.
Iba a hacerlo esta mañana,
levantarme de la cama,
comprar algo de comida
y ordenar por fin mi vida.
Pasan. Las horas pasan. Los días, crueles nos roban el tiempo y nos dejan indefensos y débiles.
Los mismos lugares, idénticos... Tan comunes y familiares que ahora se me hacen mas extraños que nunca.
Las hojas salpican las tardes y las calles vacias se llenan de individuos grises que se llevan nuestra infancia.
Señores con sombrero, señores que se toman licencias poéticas para destrozarnos la vida y la infancia...
Derechos pocos, memoria toda la imaginable...
Que me devuelvan mi inocencia...