domingo, octubre 30, 2016

¿Y a la noche vamos a pedirles nosotros que nos deje dormir? Es en la falta de oscuridad cuando ocurren las cosas que nos preocupan, que nos aterran, pero también nos fascinan. Es el frío entrando por los recovecos de las casas y la niebla subiendo de la tierra aparentemente seca.
Pero somos nosotros los que abrimos los ojos cuando la luz se va. Cuando nadie queda en las calles para contemplarnos, allá estamos nosotros mirando a través de nuestras ventanas. Cuántas veces no me habré sorprendido mirando las luces filtradas a través de las ventanas de las casas a altas horas de la madrugada, y me habré encontrado pensando por qué se mantenían despiertos tan tarde.
¿Por qué? A veces, pongo a la noche en duda...
C’est moi, l’Ankou ! … L’Ankou qui brise
Un os de mort dont il aiguise
Sa vieille faulx sur son genou…
Moi ! qui puis te faire, à ma guise,
Le sang plus froid que le caillou !
Nací muerto... por eso espanto, nací mostro, por eso me hullen
me veo mal porque no soy de este mundo,
y hedo a muerte,
es natural nadie me quiera...
soy como la peste,
nadie quiere enfermar,
nadie quiere esa maldad
nadie quiere bailar con la muerte
n mucho menos caminar con uno de sus hijos.
Yo nací de las cenizas del reino del desamor
como un príncipe torpe de cuento de hadas me caí
No pase el amor
en esta tierra de fuego y reptiles
la flor más noble de las rosas del infierno
tocó el viento de montaña
este poema aislado de tus ojos vigila
el arroyo obscuro en el paraje de los álamos
el fino dolor de la conciencia polvorienta de los caminos
ardiendo la pólvora del amor,
inmersión de la lluvia en zanjas de agua
el corazón esmeralda de la lluvia para la mujer
echada en un terciopelo de flores extrañas
balada en la boca del abismo