jueves, marzo 14, 2019

Comenzaré por decir que creo hay tres modos de ver el mundo artística o estéticamente: de rodillas, en pie o levantado en el aire.
Cuando se mira de rodillas -y ésta es la posición más antigua en literatura-, se da a los personajes, a los héroes, una condición superior a la condición humana, cuando menos a la condición del narrador o del poeta. Así Homero atribuye a sus héroes condiciones que en modo alguno tienen los hombres. Se crean, por decirlo así, seres superiores a la naturaleza humana: dioses, semidioses y héroes. Hay una segunda manera, que es mirar a los protagonistas novelescos como de nuestra propia naturaleza, como si fueran nuestros hermanos, como si fuesen ellos nosotros mismos, como si fuera el personaje un desdoblamiento de nuestro yo, con nuestras mismas virtudes y nuestros mismos defectos. Ésta es, indudablemente, la manera que más prospera. Esto es Shakespeare, todo Shakespeare. Los celos de Otelo son los celos que podría haber sufrido el autor, y las dudas de Hamlet, las dudas que podría haber sufrido el autor. Los personajes, en este caso, son de la misma naturaleza humana, ni más, ni menos que el que los crea: son una realidad, la máxima verdad.

Y hay otra tercera manera, que es mirar al mundo desde un plano superior, y considerar a los personajes de la trama como seres inferiores al autor, con un punto de ironía. Los dioses se convierten en personajes de sainete. Esta es una manera muy española, manera de demiurgo, que no se cree en modo alguno hecho del mismo barro que sus muñecos. Quevedo tiene esta manera. Cervantes, también. A pesar de la grandeza de Don Quijote, Cervantes se cree más cabal y más cuerdo que él y jamás se emociona con él. Esta manera es ya definitiva en Goya. Y esta consideración es la que me llevó a dar un cambio en mi literatura y a escribir los esperpentos, el género literario que yo bautizo con el nombre de esperpentos.


Frente al arte italiano, creador de perfecciones y bellezas, buscador de la suma en que se unen las notas que un individuo no puede presentar nunca fundidas, idealista, en fin, (...) la estética española exalta el supremo valor del individuo como tal (...) esta es la verdadera raíz de nuestro realismo, palabra equívoca que también se ha empleado para calificar cosas muy distintas. Mas no es el nuestro un realismo objetivo y frío que refleja las cosas del mundo como pudiera reflejarlas un espejo; este sería el realismo de los flamencos primitivos o de los holandeses


 La máxima expresión está plasmada en el Techo de los Polícromos de Altamira; el efecto es único: los bisontes se acoplan perfectamente a los relieves de la bóveda, ofreciéndones una visión en tres dimensiones de los animales, con sus masas musculares sobresaliendo en auténtico relieve bajando hacia nuestros ojos... en un realismo espectacular... es como si el artista al llegar a la sala aún virgen hubiera experimentado, permítasenos la comparación, la misma sensación que Miguel Ángel ante el bloque de mármol donde estaba "encerrado" el David o el Moisés, él nada más tuvo que sacarlo al exterior
Ante tu trono nos postramos suplicantes, seguros de alcanzar misericordia, de recibir gracias y el auxilio oportuno... Obtén paz y libertad completa a la Iglesia santa de Dios; detén el diluvio del neopaganismo; fomenta en los fieles el amor a la pureza, la práctica de la vida cristiana y del celo apostólico, para que los que sirven a Dios aumenten en mérito y número" -Del texto de la consagración de Pío XII al Inmaculado Corazón de María
Pitón era una gran serpiente, hija de Gea, la madre Tierra, nacida del barro que quedó en la tierra después del gran diluvio. El monstruo vivía en una gruta cerca de Delfos, en el Monte Parnaso, y allí custodiaba el oráculo. El dios Apolo mató a Pitón, exigió el oráculo para sí y desde entonces fue conocido como Apolo Pitio. Se dice que el dios había fundado los Juegos Píticos para celebrar su victoria.
Cuando el mundo cambio a los dioses ctonicos por los solares... esta historia de Piton, ejemplifica a la perfección.
Ya me hicieron elegir el bando de esta guerra y por supuesto elegido el bando que lucha por lo correcto el lado que no es egoista
en el silencio blanco y estruendoso
de esta soledad plena y una y pura