domingo, septiembre 13, 2009
Conmigo un poco de muerte
Ven besame
afable incienso rosa macabra
llena de espinas
sangrantes
dulce aroma
destierra el dolor
matando las horas fronteras
del mundo diáfano
de muertos o vivos
entrando y saliendo
en soledad
hiriendo el espacio disuelto en sombras
dentro de un espejismo cubierto de sal
decoración de un ataúd
donde encierro el cadáver medio muerto
que en ocasiones
intenta salir a respirar vida
mentira piadosa
que alguna vez soñé.
sábado, septiembre 12, 2009
Sierpes y lagartos
Hay otras más delgadas y cortas y negras, y éstas salen de los ríos, y andan en ellos y por tierra cuan- do quieren, y son asimismo harto ponzoñosas.
Otras culebras son pardas, y son poco mayores que las víboras, y son nocivas y ponzoñosas.
Hay otras culebras pintadas y muy luengas. E yo vi una de éstas el año de 1515 en la isla Española, cerca de la costa de la mar, al pie de la sierra que llaman de los Pedernales, y la medí, y tenía más de veinte pies de luengo, y lo más grueso de ella era mucho más que un puño cerrado, y debiera de haber sido muerta aquel día, porque no hedía y estaba la sangre fresca, y tenía tres o cuatro cuchilladas. Estas culebras tales son de menos ponzoña que todas las susodichas, salvo que por ser tan grandes pone mucho temor el verlas. Acuérdome que estando en el Darien, en Tierra-Firme, el año de 1522 años, vino del campo muy espantado un Pedro de la Calleja, montañés, natural de Colindres, una legua de Laredo, hombre de crédito y hidalgo, el cual dijo que había visto en una senda dentro de un maizal solamente la cabeza con poca parte del cuello de una culebra o serpiente, y que no pudo ver lo demás de ella a causa de la espesura del maíz, y que la cabeza era muy mayor que la rodilla doblada de una pierna de un hombre mediano, y allí lo juraba, y que los ojos no le habían parecido menores que los de un becerro grande; y como la vio desde algo apartado, no osó pasar, y se tornó; lo cual el susodicho contó a muchos y a mí, y todos lo creímos por otras muchas que en aquellas partes habían visto algunos de los que al dicho Pedro de la Calleja le escuchaban lo que es dicho; y en aquella sazón, pocos días después de esto, en el mismo año, mató una culebra un criado mío, que desde la boca hasta la punta de la cola tenía de luengo veinte y dos pies, y en lo más grueso de ella era más gorda que dos puños juntos de las manos de un hombre mediano, y la cabeza más gruesa que un puño, y la mayor parte del pueblo la vido; y el que la mató se llama Francisco Rao y es natural de la villa de Madrid.
Gonzalo Fernández de Oviedo – Sierpes y lagartos
viernes, septiembre 11, 2009
miércoles, septiembre 09, 2009
martes, septiembre 08, 2009
viernes, septiembre 04, 2009
Las Lágrimas de los antiguos muros
y sobretodo disfrute escribir,
lo siento como un logro personal,
ergo aun sigo siendo un mediocre poeta,
pero mañana seré el "poeta"
sin animo de molestar,
lo publico
porque es colo y lo que siento,
hasta el fin de mis días, la Gloria de mis letras...
Nunca puedo soportar una luz en el firmamento
quemarme con esa infatigable sustancia
arder en la más exquisita de todas las pasiones
¿qué me hace falta
que es lo que no tengo?
¿cuánto tiempo más se desperdiciara el rojo dentro de mí?
un poco de el mundo regado a mis pies
como extraño esta noche tus palabras
extraño el cariño
quiero explotar de amor
y entregártelo todo absolutamente todo,
gritare respirare y volveré a crear los altares
donde el semblante de tu rostro
me mataría en la eternidad
o me conduciría en las tinieblas,
pero inunda el corazón esta sensación de abandono
tan misteriosamente feliz,
será la recreación de tu sonrisa en el mundo,
que cada día que te veo me digo que soy un tonto y te perdí,
frente al espejo me dan ganas de arrancarme la piel
aunque nada de eso ahora hará vuelvas,
aunque arranque mis ojos y te los obsequie para que te mires como te veo,
ni mis manos de artista o mi pluma de poeta,
nada valen ya,
nunca fuiste la musa siempre la inspiración
el mensaje de que cada día era satisfacción,
conozco los caminos y las salidas desconozco el mañana…
como quisiera te enamoraras de mi antes del fin del mundo,
de esa forma no tendré que ponerme a llorar
por no temer a la muerte cuando sonría
lujuriosa arrancando los huesos de mi carne,
me lanzare atrevidamente a esa aventura
sin importar el coste de mi alma
la emoción y contenido
será intensa,
venga ya el ánimo para acarrear con las cadenas de plata el universo
que exploten mis ojos
los instantes de mi pasión que ya no sirven para nada
resumiendo la catástrofe de encontrarme varado
en la soledad de mi amor
la delgada pertenencia del ser
cautivado por las pequeñas piezas tiradas de lo que soy,
un doloroso presentimiento
de que el mundo sera diferente sin el sabor
de tu sonrisa esperando por mi
y me quedo con el amor
que nadie más quiere,
pero afianzado en papel
que es tuyo desde hoy
hasta que lo quieras reclamar de mi tumba y arrancar
de la boca de la muerte,
si nunca llego a tus ojos,
tus manos
tu corazón,
es que naufrago la carabela
en el mar de los sargazos
me pinte de luna y noche de estrellas
soy parte del nudo
que desenreda la esperanza,
lo poco de un muerto enamorado
de un loco que te anda buscando
para entregar lo su única posesión
su virtud mas bella
el amor que ha llorado en los viejos muros del tiempo.