En
el reino de los fantasmas hambrientos
I
Y que hoy
el sol se oscurezca
como jamás
se ha oscurecido
que todas
las sombras griten truenos
para
levantar a los malditos,
que sea un
día hermoso donde la muerte reine nuevamente
como la
peste triunfante que es...
llantos y
sollozos, heridas y sangre,
es el día
perfecto para vivir la desgracia,
es el
momento ideal para partir,
hoy que no
existe motivo,
hoy que no
hay deudas pendientes,
cuando no
tengo deudas
y cuando no
soy el motivo de nadie,
es perfecto
si dios me concede la gracia,
por la
noche estaré en su mesa
compartiendo
el festín de héroes...
II
Antes
de dormir esta mente mía
inquieta
ante la llegada de la muerte,
hace
que conversen
razón
y miedo ante la inevitable verdad,
cuestión
de si he de despertar mañana,
puedo
escuchar al mismo tiempo
murmullos
bajo mi cama
sé que
no son duendes ni fantasmas que me atormentan,
son
mis mounstros que me acompañan
los
que me cuidan y aman,
guardan
mis noches y arrullan antes de dormir,
a
veces me extirpan el miedo
otras
muerden para que no duelan mis infiernos,
y
bailamos ahuyentando la muerte
que ha
de perseguirme,
huelo
su hedor reconozco su tacto,
me
seduce con esa idea,
puedo sonreír
y sentirme tranquilo
sé que
moriré y descanso,
aunque realmente siempre espero
poder despertar el día siguiente.
III
Quiero tus huesos junto a los míos,
para quemarlos en el deseo
inciensos y veladoras junto a mi cama
esta noche todos los espejos llevan mi nombre,
los gorriones cantan
una plegaria
he de conversar con los difuntos
y escribo con mis dedos a los vivos
¿quién puede ver a los dioses a la
cara y vivir después?
hoy no es el fin del mundo.
quiero
también ser de este mundo
los ritos funerarios, sólo fueron
un error.
IV
Hablan los
espejos un antiguo lenguaje
despiertan
al mounstro de la infancia, mira todo
con ojos
hambrientos
es la
sombra en la oscuridad
una parte
de mí que me espía
otra me
guarda un sitio y espera
quemando el
fonema de mi nombre
como un dragón
furioso.
V
Después del
silencio
la ternura
de una mirada ya no salva
mil veladoras
y un camino de flores
estas
calaveras atravesadas por la ausencia,
sollozan
cantos austeros
piden
clemencia antes de dormir
quieren la
constante calma de un saludo
nadie les ha
ofrecido sangre como un sacrificio a los dioses
pidiendo el
descanso de sus huesos mudos
no, nadie
lo hará por ti o por mí,
sólo yo y
te he entregado mis ojos también,
para
habitar en el reino de los fantasmas hambrientos