La luna me mostró el camino que tenia que seguir, era hermosa, blanca aperlada, marcaba el contorno de varias nubes se observaba hermoso el cielo nocturno protector de las sombras, yo estaba ahí esperando debajo de un árbol a mitad de la nada un poco de la magia de las estrellas, paso un tiempo y ellas salieron yo las conté, llegue a numerar mas de mil estrellas pero una nube en forma de mariposa me distrajo y perdí la cuenta.
Me acosté en un patio enorme donde muchas flores blancas estaban en las macetas de color café, creo eran rosas y alcatraces, en fin no me importan tanto las flores blancas, lo único que creo importaba era ver la luna, así de enorme y blanca en mi vida la había visto de igual hermosura, era inclusive mas esplendida que el sol.
Me siento bien me decía mientras dormía o almenos intentaba hacerlo, pero un perro se acerco a mi era un perro blanco con ojos azules casi grises, juro por todos los ángeles que me hablo; me dijo -Quitate de ahí ese es mi lugar, después de eso se quedo de pie mirándome, yo lo mire, me levante y camine rumbo a casa, no escatime en el tiempo, no importaba que era tarde, no había nadie esperando en casa, nunca lo había, así que llegue cuan tarde quise, cuan mañana fuera no importaba, abrí la puerta y bote mi chamarra en el sillón de la sala y me dirigí a preparar café; tome una taza la llene con agua y le puse en el microondas por tres minutos, cuando sonó el timbre del microondas tome el café soluble y un poco de crema en polvo que compre la ultima vez que fui al súper(dos o tres semanas atrás), prepare mi café y vi la televisión por un rato, me gano el sueño.
Siempre son las cuatro de la mañana es como si supiera que a esa hora nada puede salir mal, existe una soledad e incertidumbre algo cómoda, nadie habla, nadie escucha todo es silencio, y todo esta oscuro excepto la luz de mi lámpara de mesa y alguna que otra veladora. Es un bonito detalle sentir el calor de la llama de la veladora y ese olor particular de la cera quemándose es rico, a mi me gusta, mire por la ventana y se encontraba ahí arriba esa luna que había observado la mayor parte de la noche a un era blanca y conservaba ese brillo hermoso que me tenía cautivado desde el inicio de la noche, abrí la ventana, entro un aire delicioso, quise volar y alcanzar la luna... Lo logre fue mágico, toque la luna y cerré mis ojos.
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