jemplos en Gabriel Ferrater, un entusiasta de la obra de Kafka que dio fin a su vida en Sant Cugat el año 1972 (versos suyos son "Estoy más lejos que amarte /.../ No soy sino la mano con que tú palpas"); Alfonso Costafreda, muy cercano a Ferrater en obra en vida y en muerte, que se suicida en Ginebra durante el 74, después de haber escrito su último poemario, Suicidios y otras muertes, del que entresaco versos como "Entrará el mar lentamente en tus venas, / droga, ave rapaz, suicidio lento."; Pedro Casariego Córdoba, que se tiró al tren un día del año 1993 después de haber sido, además de un poeta magnífico, economista titulado, pianista, vagabundo, pintor y ermitaño ("Mi cuerpo / hervidero de hierba / helada / para enseñar anatomía / y botánica / y mi cuerpo / enseñanza / hierba que nadie recoge / hierba que el viento pisa / hierba que se hace suela / de mil zapatos vacíos."); Alfonso Sola, nacido en Paraná y voluntariamenmte desaparecido en Mendoza el año 75 ("...Un día todo dirá que hemos partido / Todo."); Alejandra Pizarnik, que en su última carta a Antonio Beneyto terminaba: "... Y aquí te dejo para ir a despachar la carta a un correo lejano que no cierra por la noche."; Luis Hernández, nacido en Lima y sólo nacido en Lima para escribir "...Solitarios son los actos / del poeta: Como aquellos / del amor / y de la muerte.".... y tantos otros. Creo que a los poetas citados y a sus versos les sobran mis palabras, sólo comentar que entre poesía y esperanza -según argumentaba Ciorán- la incompatibilidad es completa, y eso lleva al poeta a no entender el mundo por entenderlo, a no ser más que su poesía por la imposibilidad de vivir en otros planos que sean soportables con su sensibilidad. Todo esto lleva a situaciones de irrealidad que embriagan hasta la muerte buscada, siendo la poesía más vida que la propia vida.
No quiero terminar sin citar a Goytisolo, el penúltimo poeta suicida: "...ocurrió que fue siempre un solitario / ocurrió que la vida dejó de interesarle."
Otro día hablaré de poetas como Antonin Artaud, Danielle Sarréra o Paul Celán. Más muertos a sumar a la lista de los muertos, más suicidas a poner en su dedo el gatillo que vuele la sien de este mundo loco, injusto, lleno de imbéciles e ineptos sin asomo alguno de sensibilidad. También hablaré de Walter Benjamin, el hombre que en Port Bou supo a ciencia cierta que era más fácil desaparecer que seguir en esta historia.
No quiero terminar sin citar a Goytisolo, el penúltimo poeta suicida: "...ocurrió que fue siempre un solitario / ocurrió que la vida dejó de interesarle."
Otro día hablaré de poetas como Antonin Artaud, Danielle Sarréra o Paul Celán. Más muertos a sumar a la lista de los muertos, más suicidas a poner en su dedo el gatillo que vuele la sien de este mundo loco, injusto, lleno de imbéciles e ineptos sin asomo alguno de sensibilidad. También hablaré de Walter Benjamin, el hombre que en Port Bou supo a ciencia cierta que era más fácil desaparecer que seguir en esta historia.
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