Yo fui mi propia leyenda
Desparecer, como lo hace el viento a la vista humana
sin ruidos puros silencios
es decoroso y elegante
mejor el no anunciar que uno se va
para que hacerlo cuando a nadie le ha de importar
el sonido de la sangre cayendo en el piso
gota a gota y después el ultimo suspiro
me enviare a casa con un dulce de almendras amargas
disfraz de cadáver
tierra y muchas flores
encenderé las veladoras
su fuego aliviara la opresión del frió en la habitación
las cortinas llenas de recuerdos
las ventanas abiertas
para que el alma vuele lejos, rápido y no se detenga
adonde vaya que sea
que ahí que regresar aquí
aun mundo equivocado
dándome una vuelta sintiéndome
vagabundo en el verano de la vida,
ser tan extraño envuelto en un humo de lagrimas
amarillas,
aparecer y esconderse
no los ves, saber y preguntar
en donde caeremos
viviremos para recordar,
solo vemos
y a veces no,
Jugar a ser lo que no se es,
y ser lo que se es
para no ser lo que no se es...
por más que cueste
siempre queda algo
que se recuerda un segundo antes de la muerte
la musa que inspiró la vida
que se va al final de ella
dejando tras de sí
una aurora de lejanía
como un beso perdido
que nació sin un destino,
todo se trasforma como agua,
por los instrumentos de un alquimista,
tengo siempre en cuenta
que eh venido a este mundo
para luchar contra yo mismo
sólo contra mi mismo,
agradeciendo a todos
los que consiguieron que lo haga
yo soy mi vida,
yo soy mi muerte.
Yo fui mi propia leyenda.