Tú, que tiendes el velo de la imaginación
que con los muertos hablas
esperando una reacción
alcanzas a ver en la realidad un reducto
de la muerte que se acerca
impura y terca,
para mirarnos fijamente
con una sonrisa sin dientes
Esclavos a tus pies, un látigo candente
la carne es débil
desde su cueva observa la reina sedente
su regalo, muñecos de carne de labios cosidos
que ríen desesperados
con el espíritu por la locura roído
En una noche oscura de invierno
las promesas de eve alimentan el fuego
trae favores del infierno
cuerpos desgarrados sin sangre, su precio
préstala palabras y ojos
nuestra sangrienta dama y señora
conviértenos en despojos
como nosotros despojamos al necio
danos muerte con crueldad
aplástanos bajo tu pie como piojos
Te cedo mi corazón: desangra mi cuerpo
acepta mis vísceras
condúceme al éxtasis del dolor sin cuento
termina con esta existencia mísera
y arrójame al fuego
Si se suprime la cabeza y el corazón
el fuego puede ser refrescante
No hay comentarios.:
Publicar un comentario