miércoles, abril 27, 2011

Tal vez el paraíso sí está en el cielo


Amó las historias de antes de que existirá la oscuridad,
la noche era bella como,
frio y la lluvia eran un regalo y no maldición,
amó las noches como las de ayer...
donde lo tenebroso cobijaba con un suspiro,
me conmueve la oscuridad aunque en el fondo me asusta un poco
su verdadero poder...
aun siento melancolía en mi ¡lluvia!
tanta como en una mirada de homenaje
que lleva impresa en todo lo que yo era
la imagen de sus ojos,
para mandar mi adicción por la boca de mis abusos
a cada minuto reduce mi movilidad
recuerdo que la máscara es aquello que se usa
cuando queremos parecernos a los dioses,
si el cielo se abre y comienza a llover fuego,
cerraré los ojos,
ante la purísima noche perpetua
como si el silencio viniera a violar mi nostalgia,
mi secreto y mis tristeza...
en su lluvia perfecta,
los ángeles no bajan,
las brujas ya no bailan,
los lobos no cazan,
y mis fantasmas sin flotar,
pareciera he muerto en la ciudad.

Me arrancaron los ojos,
para que se fuera la cordura de mi tempestad
soy un despojo en la ciudad
una lluvia que no sirve de adorno,
parte orgánica en mí que se fue,
concediendo la sensibilidad de la vulnerabilidad
es esto un panal sin soldados ante el humo del incendio
la explosión de un cometa en una colisión de deseos,
bestia bicéfala que habita el corazón
para ser mujer y hombre en la piedra de la verdad
perforando mí anima
trasformada en frío, una máquina de obsesiones
medicadas con nombre de recuerdos y tatuajes puntiagudos
que blanquean los huesos
como si la vida se deslavara desde mis entrañas
para exponer la palidez de mi carne
demonizada por el polvo y los gusanos,
condena y destino
mortalidad alcanzada en la historia,
condenados a morir,
miramos el cielo esperando respuestas
para entender que la tierra nos devorara,
viviré en mi muerte
mi maravillosa vida satisfecha en la nada,
cuenta los pagos en oro y rubíes la plata robada las casas saqueadas
sin escape,
cansado del futuro que no existirá
me aferro a esta bella nostalgia roja
que no sabe mal,
es un ave oscura encerrada en la jaula de piedra sin aire ni mar,
hundida en océanos prófugos
de la noche y su paz
es ahora el cáliz del mounstro
que me sustentara.

Me roban mi amante,
una musa en vuelta en caricias falsas
susurros en el viento su silencio
se siente como el fuego que tala
una súplica de breve paz,
ignorada en el canto de gorrión crucificado
cada mañana en la montaña
arropada de niebla y sangre de musas
asesinadas en la punta de mi lengua
por palabras que fluyen en mis manos
arden como hogueras de la intuición,
el tiempo es perpetuo, es la copa del hastió
bebida en turno que se va
como un alma vacía sin cantos,
una rosa y campanas en un funeral,
no tiene la fuerza de vivir sin deseos o voluntad
es un sacrificio al tiempo para atrapar
el momento convertirlo en instante y jamás saltar
tan egoísta que juro en silencio no mover de este tormento
que levanta al hombre en su magnitud,
poder crear caminos en el destinó
sin las faltas a la vida puede como si fuese un tormento que arranca
un suspiro
desvanece la luz y envuelve en tinieblas el corazón
tal vez sea cierto en el cielo este el paraíso,
pero llamamos musa a la vida
convertida en un manto con nombre
casi plegaria
que nos cuida de esta noche maldita
que no encanta y si daña
nuestro despertar.

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