Me asomé a la ventana del patio y vi pasar a un niño con la tez muy blanca, ojos y rostro muy resplandeciente, pestañas muy lindas, se le veía hasta la mitad del pecho, llevaba una camisa celeste. El patio no tenía entonces la iluminación que hoy llega desde la calle, estaba muy oscuro. Ocurrió esto a las tres y media de la madrugada, tres años atrás
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