Algunos obituarios son historias de amor.
Mientras otros cuentos de dolor.
Otros inspiran poetas.
Algunos deprimen a los frágiles.
Son susurros afilados, son tan intensos que duelen y tan bellos que emocionan, susurran, hablan y recitan lamentos.
“Sentí un funeral en mi cerebro, los deudos iban y venían arrastrándose -arrastrándose- hasta que pareció que el sentido se quebraba definitivamente”. Emily Dickinson.
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