Expurgo la biblioteca, no hay más remedio ante la llegada inmisericorde
de tantísimos volúmenes nuevos que con uñas y dientes, más el
atrevimiento de la juventud, empujan y arrinconan a los viejos. Es lo
mismo que en los nichos de los cementerios, cada cierto tiempo
desalojados y con los restos yendo a parar a un osario, una fosa común.
En un ejemplar que sopeso, y absuelvo, Argumentos en busca de autor, de
Bruno Mesa, esta frase: "Detrás del libro, atados los dos por una
cuerda, suele aparecer el cadáver del autor." ¿Me perseguirá el fantasma
de quien escribió alguno de estos libros de los que hoy me desprendo?
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