martes, junio 28, 2016

Las plumas de sus alas negras caían como pétalos danzando en el viento de otoño. Aquella escena parecía no tener fin. Una tras otra, pareciendo una delicada lluvia oscura que cubría la tenue luz del sol escondiéndose en el horizonte y sus rayos rojizos penetrando los pocos espacios vacíos. Extendí mis brazos y sentí el dulce roce en mi piel descubierta. Tras unos segundos no vi más que una profunda oscuridad, y silencio. La realidad se sumergía en la fantasía ¿Cuál era la línea qué los separaba? No me importó cuál era la causa de este extraño acontecimiento, como si en un sueño estuviese. Quería disfrutar, olvidar los pesares de la vida, sentir tranquilidad, esfumarme en los confines del tiempo y el espacio… Dejar de existir. Sentí que me jalaban de la espalda, cerré y abrí mis ojos esperando despertar, pero no sucedió. En la completa oscuridad, rodeada por dos alas que me abrazaban tiernamente y mi rostro contra un pecho desconocido. No sabía lo que era, pero me sentí segura, como si hubiera encontrado algo que había estado buscando durante toda mi vida.

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