sábado, julio 23, 2016

Problemática del odio. No puedo mirar rostros sin sentir un odio súbito e irreprimible. Lo terrible es que me sucede con todos, sin excepción.
Ahora sé que siempre haré poemas. Esto que me digo es locura. Pero también promesa. A otros de ser feliz. Yo quiero la gloria, mejor dicho, la venganza contra los ojos ajenos.
M. tiende a borrarse porque vuelve la imagen central, la de la madre única.
Et c'est toujours la seule
Et c'est le seul moment.
No obstante, considero superfluo y abrumador haber nacido y me aburro y estoy fatigado.
Nunca me odio tanto como después de almorzar o cenar. Tener el estómago lleno equivale, en mí, a la caída en una maldición eterna. Si me pudiera coser la boca, si me pudiera extirpar la necesidad de comer. Y nadie goza en esto tanto como yo. Siento un placer absoluto. Por eso tanta culpa, tanta miseria posterior.

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