lunes, agosto 08, 2016

Para los no creyentes y para los creyentes también, para todos, nos quedan nuestros propios recuerdos. Hechos a imagen y semejanza de Dios, nuestra memoria tiene ese mismo poder salvífico. Que se lo pregunten a Jorge Manrique: ''Dejónos harto consuelo,/ su memoria''. Esto, estos días, lo estoy viviendo como una exigencia, no sólo nmemotécnica, sino de finura de espíritu y de limpieza de corazón. Debemos estar a la altura de nuestros recuerdos, sosteniéndolos. Cuánta vida depende de la nuestra.

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