En la mitología celta, los Sidhe, o pueblos feéricos, también
celebraban Samhain; en realidad parecía que ellos fueron los que
patrocinaban la Fiesta de los Muertos. En la víspera de noviembre las
hadas podían tomar maridos mortales y se abrían todas las grutas de las
hadas para que cualquier mortal que fuera lo suficientemente valiente
pudiera echar un vistazo en aquellos dominios, para admirar sus palacios
llenos de tesoros. Pero eran pocos los celtas que se aventuraban voluntariamente en aquel reino encantado, sentían por las hadas un gran respeto, teñido de terror.
Samain es fiesta la más importante del calendario celta porque daba
lugar a grandes reuniones de gente y a rituales de gran complejidad. La
fiesta de Samain significa etimológicamente "final del verano", y
refiere al momento en que deben encerrarse los rebaños dentro de los
establos, lo cual es indicativo de una sociedad cuya economía se halla
basada en el pastoreo de animales.
Simples velas eran encendidas y dejadas en las ventanas para ayudar a guiar a los espíritus de antecesores y de los amados al hogar. Se ponían más sillas en las mesas y alrededor de las chimeneas para los invitados invisibles. Se ponían manzanas en las aceras y en los caminos para los espíritus perdidos o que no tenían descendientes. En Samhain se abre el portal hacia el mundo de los muertos y es el momento perfecto para trabajar la adivinación y las invocaciones de los muertos.
La costumbre era dejar comida y dulces fuera de sus casas y encender velas para ayudar a las almas de los muertos a encontrar el camino hacia la luz y el descanso junto al dios Sol, en las Tierras del Verano. Al parecer, los celtas iban recogiendo alimentos por las casas para las ofrendas a sus dioses. Rituales que supuestamente incluían algún que otro sacrificio humano y para los que preparaban un gran nabo hueco con carbones encendidos dentro, representando al espíritu que creían que les otorgaba poder. En esa mágica noche de rituales, la noche de Samhain, se abría la puerta al más alla y los vivos y los muertos tenían la oportunidad de poder comunicarse.
Simples velas eran encendidas y dejadas en las ventanas para ayudar a guiar a los espíritus de antecesores y de los amados al hogar. Se ponían más sillas en las mesas y alrededor de las chimeneas para los invitados invisibles. Se ponían manzanas en las aceras y en los caminos para los espíritus perdidos o que no tenían descendientes. En Samhain se abre el portal hacia el mundo de los muertos y es el momento perfecto para trabajar la adivinación y las invocaciones de los muertos.
La costumbre era dejar comida y dulces fuera de sus casas y encender velas para ayudar a las almas de los muertos a encontrar el camino hacia la luz y el descanso junto al dios Sol, en las Tierras del Verano. Al parecer, los celtas iban recogiendo alimentos por las casas para las ofrendas a sus dioses. Rituales que supuestamente incluían algún que otro sacrificio humano y para los que preparaban un gran nabo hueco con carbones encendidos dentro, representando al espíritu que creían que les otorgaba poder. En esa mágica noche de rituales, la noche de Samhain, se abría la puerta al más alla y los vivos y los muertos tenían la oportunidad de poder comunicarse.
Halloween puede ir màs alla del Samain :) eso es lo increible aunque no todos los Halloween son especiales, saludos
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