La devoción a las Ánimas del Purgatorio fue una de las más populares y
extendidas en la España de los siglos XVI al XIX. La Iglesia Católica
considera que los que mueren, sin estar absolutamente limpios de pecado,
deben pasar por un estado previo de expiación y purificación antes de
ir al Cielo. La estancia en el Purgatorio, al menos en aquellos siglos,
era cuantificable temporalmente y podía reducirse mediante indulgencias y
méritos ganados en vida o, también, por las oraciones y buenas acciones
que los vivos dedicaban a las almas en pena. No era propio de buenos
cristianos olvidar los padecimientos de los que habían muerto y tenían
todavía que saldar antiguas deudas. Con tal fin se constituyeron
cofradías dedicadas a las Ánimas Benditas.
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