domingo, enero 22, 2017

No soy precisamente perfecto
ni ejemplar en nada.
Todo lo contrario, ya lo sabes.
Pero te quiero
tanto que tengo fundadas esperanzas
de mejora, gracias a ti, mi estremecida
y agraciada garza, o ninfa.

Creo que tu amor, mi amor,
es el único poema que escribo,
y me proporcionas sustento
a base de cosas sencillas,
que se van haciendo poesía
y enamoramiento.
Eres tú lo único bueno
que ocurre en mí.
Sin ti me quedaría en blanco,
o en un gris desahuciado.
No se trata de una manera de vivir,
es la vida. Tú: mi orden, mis venas, mi paisaje,
mi pulso, mi equilibrio, mi deseo.
Tú: mi vida. Ese aire
que danza en tu pelo, esas flores
de magnolio que brotan en tu pecho
-y que yo inspiro a corazón abierto-,
esas alas de tus manos
donde vuelo hacia tus sueños.
Y a tu paso los tilos
te ofrecen sus primeras hojas,
y yo ando embebido
en tus zapatos planos de charol negro,
o en esos ojos de mis besos.
¡Qué vértigo de felicidad es todo
cuando es contigo, en ese cuerpo
donde escucho a Dios y donde se mece el alma!

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