«Dios
ha cerrado sus oídos a cuantas plegarias se le dirigen en su presencia.
En el invierno, los lobos se reúnen en manadas junto al enebro que la
protege para lanzarse sobre las reses; los bandidos esperan a su sombra a
los caminantes, que entierran a su pie después que los asesinan, y
cuando la tempestad se desata, los rayos tuercen su camino para liarse,
silbando, al asta de esa cruz y romper los sillares de su pedestal».
Gustavo A. Bécquer: La cruz del diablo
Gustavo A. Bécquer: La cruz del diablo
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