Nos salvaremos, por el odio que profesamos a los que nos han abandonado,
y regresaremos para mirarlos a los ojos, y ya no podrán volver a dormir
ni vivir ni escapar a la maldición que seremos para ellos nosotros, los
vivos, y ellos, asesinados cada día, para siempre, por su propia culpa
¿quizás sea esa luz silenciosa o el mar, que oscila perezoso, como una
tregua?, pero lo que ocurre es que los hombres callan y la desesperación
se convierte en mansedumbre y orden y calma.
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