miércoles, mayo 24, 2017

Por seguir con Jorge Manrique, ya no es la muerte la que llama a la puerta, sino nosotros los que la llamamos a ella. Es un cambio copernicano, diría yo. Y ni aquí me considero con fuerzas para reflexionar sobre su alcance. Quizá por eso, buscando refugio en lo sagrado, lo llamamos ''sacrificar'

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