De capa y espada, armas y letras,
gentil y canalla, gallardo y calavera.
No hay cielo lo bastante alto ni tierra pequeña.
No hay océanos de tiempo
que no surque mi propia bandera.
De Lope, el amor, la rabia de Quevedo,
Espronceda, los Machado, Rocinante y Platero,
vivan las Cortes de Cádiz y el Himno de Riego.
Yo, como Unamuno, contra esto y aquello.
Elegí la disidencia, el motor de mi existencia,
elemento discordante, la voz de tu conciencia.
Escribo a quemarropa en legítima defensa,
no comparto opiniones, dicto sentencias.
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