Los abanicos de la muerte
Soñaba que cantaba mientras volvías a mi funeral
con atavíos negros eras un zanate buscado mi alma para devorar,
caminabas tormentas,
aparecías truenos y lluvia helada de tu sonrisa,
caminaban los cortejos,
hacia la fiesta del cementerio mil y un tumbas como mil y un cuentos árabes,
todos los muertos cantando sonrientes
un nuevo inquilino en el terreno agusanado
aun con la herida abierta en el rostro
su fealdad descomunal y su traje de sepulturero
era adecuado
mas que perfecto para habitar donde los esqueletos chillan.
Caminar sobre la colina rumbo al
atardecer, de frente a mundo lleno de sirios encendidos
en el silencio de una plegaria
despavoridos en la gloria de la vida
que juventud preciosa que se quedara perfectamente estatica,
todas las mañanas del mundo
con mi nombre, las letras y la canción
fueron como la nube más negra que puedas encontrar en el cielo,
no se buscaba a un dios, ni razón de ser,
era solo el instrumentó para notar la belleza que es verdad, y encontrar ambas
en los cuencos vacios, en los atavíos de mortajas y lagrimas
de los sepulcros con sus guardianes de piedra,
helados con el tiempo,
tan petrificada la espera que en su rostro
se sabe es tiempo de cortar la hierba a su alrededor.
Su palidez sobrenatural en el rostro,
le trae un aire lúgubre, a veces
la gente le observa y piensa en enfermedad,
hasta que esa sonrisa tonta inunda su rostro,
desaparece para convertirse en locura,
lo mas triste del mundo en un solo rostro,
es un veneno mucho antes de que existieran las serpes en la tierra,
solo quedaron ropas viejas de las pieles de nuestras madres caídas
justo para enternecer a quien cargara con el peso de un caído,
levantaran los papeles sucios en esa casa,
sucios pro cada lagrima y letra formando un cuento
maquillado de un fracasos sensacional,
antes de que sean el polvo de los 500 días de esa morada,
me convierto en el ultimo renglón de todas las catástrofes,
casi como ignorar a la vida que se asoma en la habitación
esperando entre y diga cualquier cosa,
parecida a una muerte ritual con ritmo de campanas en la noche.
Este viento quema las entrañas
sin fatiga mueve el mundo,
con él las cortinas y los silencios
escucharan el murmullo de las personas
que miran las calles llenas de luto
es esta noche el humo sobre la ciudad
lo que acarrea la verdad en lo efímero,
un bello atardecer y una helada tempestad
para perseguir la entrada a otro mundo
mirar sin temor lo que deseamos
porqué existimos en este
sin contemplar que nuestras partes desgatadas
se asoman para enterarnos de todo lo que no somos
dejar de ser… nacidos en la tierra
me paseo entre el desconcierto y el delirio
no necesito una gota de sangre, ni la luna llena
para enloquecer a la brisa fétida de la guadaña
al nacimiento me bautizaron con el símbolo de la muerte más pura
la espuela de poeta en la puerta siempre me espero,
una silueta negra amante ávida de cadáver
para llevarse lo que soy
todas la mañanas un cuerpo lleno del miedo al ver ese rostro
pronosticando descanso.
Todos mueren, yo comience esa tradición,
no suplicare quedarme, cuando se detenga la condición humana,
mi apreciada naturaleza de humano,
no la quiero mas
me canse de sentir frio y estar solo
en un eterno estado como perdido en un bosque
como si, ser humano significara sentir eso,
me cambiare la piel, los ojos y los colmillos ante la luz de la luna
mi naturaleza es de otro modo
veo la urde ancestral el mundo elegante y feroz
ni bueno o malo, lleno de cosas bellas,
de sustancias inenarrables.
ocultas en un truco hasta que llegue el momento de despertarlas
con el último suspiro del cuerpo,
pero es más importante saber que todos merecen la muerte
mi plan intentando evadir la tristeza, era morir de viejo
sin el frio, sin la soledad y sin el miedo…
y me ha sonreído la muerte hechizándome con su regalo,
bella muerte eres una certeza, el remate que todos sabemos llegara,
algunos quedamos ignorados y abandonados
como antinaturales o supernaturales mounstros
sin rostro ni olor
siempre ensangrentados y destrozados alejándonos
del resto de los abrazos y las miradas
¿a qué? precio pagamos las cicatrices,
nos convertimos en el material de las pesadillas
casi una maldición
o la huella de dios, que nos invoca en la muerte.
Me imagino aun autor encontrando una solución
explicando la peste y la noche, sin hallar los motivos
coincidimos en que el amor debería ser lo opuesto a la muerte
debería ser nuestra mayor razón para estar aquí,
la libertad del espíritu la victoria
la verdad envuelta en la bella existencial de la noche como reflejo diurno
en donde pertenezco, en donde encajo
a la mitad de todos los suspiros y lamentaciones etéreas,
derrumbo las murallas para encontrar a mi gente
para enlazarme con mis lealtades
perfecta tribu de solitarios enfermos
es lo que elegí ahora sé que soy y comienzo vivir
perfectamente consciente de la muerte asumo mi soledad,
no soy nada, solo un pequeño ser en la oscuridad
atrapado en el juego del destino
donde solo me quedan rincones como fotografías fugaces,
que pronto se extinguirán en el fuego,
vendrá un delicioso olvido,
para esta noche donde solo quedan restos de un mounstro…
nada importa,
lo siento infinitamente ardiendo dentro de mi explotando en mi carne,
destrozando los huesos es mi alma enardecida por la belleza de la muerte
que es verdad.
¿Eso es la muerte?
almas unidas por el miedo y la soledad
perdidas en la oscuridad,
atrayéndonos con un perfume dulce,
coquetería arrogante en el color de la mortaja,
la muerte puede no sea la invitada mal deseada,
en ocasiones es la corteza del árbol y el sueño más feliz,
era el amor oscuro, deseo enamorarla, robarle un beso,
carajo,
querer su amor en su vientre violento,
soñar con velo blanco,
sobre la máscara de luto y las monedas de plata,
ofrecerle la miel y el pan,
ahora soy yo quien comienza a preguntarse ¿quién?
vive en el cementerio si todos mueren por dentro
el mundo es una gran tumba,
cada cuerpo es una maceta donde nacerán las flores agusanadas,
sentirán la vida fluyendo en su fin
mientras somos el ultimo soplo del viento
de los abanicos de la muerte.
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