sábado, septiembre 23, 2017

"Cada poema un paso hacia la muerte" Álvaro Mutis comprendió la vida a través de la literatura y, a su vez, comprendió la muerte. La esperaba. La esperó desde siempre, “alimentado por la savia de su desdicha”. La esperó en el barrio de San Jerónimo, en Ciudad de México, rodeado por su eterna máquina de escribir Smith Corona, por sus libros y sus autores, que más que autores eran compañeros de viaje —Cèline, Machado, Mauriac, Apollinaire, Valery Larbaud, Residencia en la Neruda y Enrique Molina—, por sus retratos —Borges, una imagen de García Márquez en El Espectador—, por sus gatos, como señalaba Le Monde, y su mujer, Carmen Miracle.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario