miércoles, octubre 25, 2017
Para que una historia nos afecte debe de algún modo ponerse en nuestro
camino personal y subjetivo. En mi caso, y después de leer o releer un
buen libro, la confusión intelectual crece y la curiosidad se aviva. Es
algo que sólo me sucede cuando leo un libro (la confusión como impulso
de la duda) y no, en cambio, cuando escucho música o veo una película.
Además de releer o leer de vez en cuando algún libro nuevo —uno que no
se encuentre de moda, por supuesto, ni esté en alguna clase de lista
comercial o se halle entre las obras más vendidas—, leo también lo que
escriben mis amigos, siempre que éstos sean escritores y su obra no me
decepcione demasiado aprisa, o permanezca muda conforme avanzan las
páginas.
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