lunes, enero 15, 2018

Escribir es para mí un acto
complementario al placer
de fumar.
El tabaco se relaciona a menudo con el placer, parece un designio de los hombres galantes, de los que desean saborear un puro o un cigarro para recordar o para descansar. Después de una buena mesa, llegan los licores acompañados del tabaco que llena de humo el ambiente. Y confirma una vocación que parece “natural” en nuestra sociedad: la del artista que huye del ruido y de las grandes salas y se refugia en su propia ceniza. El humo que no es sino sensación de olores y sabores se vuelve ceniza, el único testigo de los laberintos por los que cruza un destino. El tabaco acompaña al hombre en su travesía por la vida, en su deseo de escribir acompañado del humo; es una visión y tal vez el otro con el que todos deseamos hablar de manera íntima y saludable.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario