Maté a aquel monstruo con mis manos. Pasé mil calles dudando de si sería
mi sangre o la suya la que resbalaba por mi cuerpo cansado. Llegué a un
portal que no era el mío alumbrado por las luces rojas de los
semáforos. Llegué y morí. Cuando desperté allí estabas tú, pero no se sí
lo inventé... Era tu portal, al que siempre vago, a los portales que
son nuestros sin contrato, llegue sin aviso, pero me recogiste, o al
menos los restos de estos meses. Yo te dije que estaba incompleta
aún, que me había dejado cosas que ya no servían por el camino. Me dejé
en la boca del monstruo mi oscuridad, la barbaridad de las noches, los
restos de alcohol y locura, dejé partes de mi que estaban intactas, pero
ya no servían, eran sólo cadenas al pasado, que sólo traían recuerdos
del infierno.
Podría haber muerto en el intento, de hecho mil veces
pensé que ya lo estaba, y llegué, llegué hasta ti moribundo, pero más
viva que nunca...
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