Mi pesimismo, como le llaman los demás, o lucidez, como le llamo yo, es
una pesada carga que tampoco pedí llevar. Es difícil vivir así, y casi
merezco una medalla por, a pesar de todo esto, seguir levantándome cada
día, ir al trabajo y colaborar en algo que no deseo que siga así, sino
aniquilarlo.
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