Blanco tu corazón,
como los hilos largos de tu espera
que tejen y destejen las Hades griegas.
Abejas blancas zumban en el borde de tu razón
y anidan en el espejo blanco de tu abuela.
Sueñas, luego existes;
sin estilizadas metáforas mentales no hay reloj.
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