martes, febrero 19, 2019
Ohhh, eterna juventud, esa época de tu vida donde abrazas la música
radicalmente. Esos años donde te haces socio de una tribu urbana y la
acoges frenéticamente, hasta el extremo, en plan hooligan futbolero o
yonki terminal. Yo siempre he sido siniestro, tribu oscura también
conocida como dark, cebolla o gótica. Y como buen gótico lo era con
todas sus consecuencias: uñas pintadas de negro, cabello encrespado,
creepers con hebillas, crucifijos y amor incondicional por Siouxsie,
Rozz Williams, Eduardo Benavente y Robert Smith. Luego supuestamente
maduré( siempre fuimaduro) y enseguida cambié sin pestañear el negro
por una camiseta de mas punk y menos friky y abracé el indie pop con la
misma pasión. Eso sí, pese a los constantes cambios de onda musical la
música dark nunca me ha abandonado. Quizás porque detrás de toda la
parafernalia asoman hits inconmensurables y canciones imbatibles de
esas que nunca te abandonan. Pero la verdad es que siempre sere un
frikaso post punk.
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