Las
brujas, meigas en el norte de España, son a su vez descendientes de las
pitonisas greco-latinas, que tenían poderes adivinatorios. En la Edad
Media se las consideraba mujeres extraordinariamente feas y ancianas o
de una belleza y juventud malignas. La tradición dice que se podían
convertir en gatos y que volaban montadas en una escoba. La bruja
literaria conoce conjuros y pociones que convierten a los hombres en
animales o que obligan a una persona a enamorarse de otra, en el caso de
los llamados “filtros de amor” -por ejemplo, en la Celestina. En el
mundo simbólico la mujer encarna frecuentemente las cualidades más
perversas
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