martes, julio 07, 2020

 

Hace días, desperté con la conciencia tranquila, y con los deseos en la piel, (y estoy usando un eufemismo ya decidirás tu lector que palabra use como eufemismo y porque), con mis saudades bien puestas y mis convicciones allí prontas para comenzar a movilizarme, en todo, ¿pero tenia una verdadera respuesta? No, nunca tengo respuestas para nada, sigo aprendiendo siempre, pero eso si tenía algo muy claro, que dejaría de escribir correos, al final, ¿para que servían? ¿Para entablar conversaciones que no existen?, ¿para qué? gritar cosas que pienso y siento, pero nadie quiere escuchar, ¿para qué sirven esos correos.

Yo decía; “ es que  talvez  no te sirva que te escriba pero a mi si que me leas”, ¿pero que función tiene una carta sin repuesta? o que ni si quiera se si se ha leído, casi, casi como ese momento en el cual cuando cae el árbol en el bosque ¿se escucha? Aquí pasa algo parecido con las palabras; ¿existen porque las escribí?, ¿pero si nadie las le existen? o algo así, y sin más decidí dejar de escribir correos electrónicos o cortas, porque entiendo bien que si quiero contarle a alguien algo, o que me escuchen, es mejor decírselo a Dios, de todas formas Dios tampoco me responde, pero, sigue siendo Dios.

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