lunes, diciembre 18, 2006

Ya no escucho ni agudamente tus pasos

ni tus pisadas en el interior de mi cabeza

son punzadas de cuchillo envenenado

vamos ahí a caer

donde enterramos una hoja roja de árbol otoñal

y mi sangre se evapora

como si fuera agua en un infierno

cuantas noches mas tendré

que deambular entre callejones y lámparas

escuchando una música lenta y aguda

como un filo que entra directo en la sien

bajando desgarrando todo sin misericordia

y cuando termina no queda nada

No hay comentarios.:

Publicar un comentario