Mi trabajo en el Ciber es, por general,
muy aburrido. Mi turno es el de la noche y a veces simplemente me duermo
esperando que llegue gente o de estar ahi nada mas. Me canso de estar aburrido.
No tengo la costumbre de escuchar música, y acostumbro leer.
Hacían ya tantas horas que estaba
despierto, que tal vez todo fuese un sueño, producto de mi fructífera
imaginación. Pero creo que fue real, y de tal forma lo cuento. Todo lo que
cuento fue tan real como las palabras que escribo.
Debían ser las cuatro de la mañana, mi
compañero de trabajo y algunos amigos, quienes se respetan y se confían
secretos, estábamos todos jugando y gritando, discutiendo tonterías y pasándola
bien.
Cuando la fiesta, si así quieren llamarla,
apenas terminaba, los amigos confidentes se retiraron a contarse sus secretos y
sus miedos, el empleado se retiro a cumplir sus obligaciones y me quede solo.
Ni música, ni entretenimientos, el simple silencio de la noche. Pocas personas
deambulando y menos prestando atención.
De repente la pereza y modorra que te
aprisiona a esas horas se borro por completo. Tan lucido estaba como pocas
veces estuve.
Una mujer entro por la puerta, como un
cliente cualquiera. La mire, no debía tener mas de 40, seguro entre los 35.
Pero no podría afirmarlo.
La mujer de largos cabellos negros, me
miro con interés y observo en todos los sentidos antes de hablarme, miro hacia
la escalera que da al primer piso y miro hacia afuera a ver si pasaba gente.
Algo dentro de mi me aviso, que algo andaba mal, porque la verdad uno puede
encontrar cualquier treta para preparar un robo, no se puede confiar ni en las
mujeres ni en los niños. Le pregunte si necesitaba una maquina, solo me miro y
dijo.
"¿Estas solo?"
No fue mucho como una pregunta sino como
una afirmación, pero le dije que no, que estaban los empleados, y sabia que
cerca estaban los amigos confidentes así que en realidad no temí.
Mirándome con profundos ojos negros, me
dijo
"Tengo una fantasía sexual"
Dijo y la mire, su cuerpo era flaco,
parecía no haber comido en mucho tiempo, y parecía tener hambre, deseo,
necesidad. La frase me sorprendió mucho, no creo que uno escuche eso a la
segunda palabra que sale de la boca de alguien que acaba de conocer,
"¿Quieres compartirla conmigo?"
Pregunto enseguida. Por primera vez caí, y
note todas las extrañezas, la flacura, el hambre, el deseo. Note que pedía y
reclamaba, todo a la ves. Pude aprovecharlo, era una gran oportunidad, gratuita
y de entrega. Pero no dijo cual era su fantasía, y algo dentro mió me aviso que
si me dejaba llevar todo iría mal, muy mal.
"No"
Respondí sintiéndome un idiota, quien
desprecia un regalo, que se entrega en tus manos y se ofrece sin pedir nada a
cambio. Me miro con ojos asombrados, incrédula de mi rechazo.
"Estas seguro"
Pregunto, por supuesto que no estaba
seguro. Pero algo me decia que no era lo correcto. No estaba bien.
"Si"
Fue toda mi respuesta. Molesta e irritada
me miro por un instante, pero no la había invitado a mi así que no se acercó
para nada.
"¿Habrá alguien aquí, con el interés
de compartirla?"
Para entonces sabia que algo estaba muy
mal. Me dio miedo que estuviera loca o que fuera algo para querer robarnos.
"No, gracias"
Dije ya un poco molesto. El rostro de la
mujer, si es que eso era, se contrajo con pena, en un susurro dijo
"No hay nadie capaz de compartir nada
conmigo..."
Y se alejo a las sombras de la noche,
nuevamente la observe y note que no era fea pero tampoco hermosa pero que tenia
hambre, estaba flaca y cansada. Tenia un hambre terrible aun no se de que.
Los amigos confidentes volvieron para
despedirse y les conté la historia, entre risas dijeron que reconocieron a la
dama, hablando sola con el viento. Uno de ellos, quien dice ver cosas que otros
no ven me dijo...
"Reconozco a esa, siempre ronda esta
calle, sobre todo a estas horas. Se que es un vampiro y consume a los
desprevenidos, a estado por aquí desde que recuerdo."
No he vuelto a verla, aun.
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