lunes, enero 09, 2017

Hay un poesía exuberante, barroca, que casi todo lo fía a la suntuosidad de las palabras, al discurso alambicado o muy formalista, y otra -sin eludir la posibilidad de que existan otras entre ambas- que avanza replegada, cortante, escueta, mutilada incluso.

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