y el olor de la ropa después de cada abrazo.
Esperar, escondido, tu llegada en la tarde
y la del beso aquél que anunciaba el principio.
Me gustaba subirte por los bancos del parque,
mirarte desde abajo, saberme tus bufandas,
retrasar los relojes, ir a cafeterías
donde los camareros nos trataban de usted.
Los días del amor son rápidos y pocos,
me gustaba citar, rememorando a Shelley,
y tú asfixiabas, triste, la razón de aquel verso,
y un autobús sin gente me alejaba de ti.
mirarte desde abajo, saberme tus bufandas,
retrasar los relojes, ir a cafeterías
donde los camareros nos trataban de usted.
Los días del amor son rápidos y pocos,
me gustaba citar, rememorando a Shelley,
y tú asfixiabas, triste, la razón de aquel verso,
y un autobús sin gente me alejaba de ti.
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