Con la frase «Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me
salvo yo», aparecida en Meditaciones del Quijote, Ortega insiste en lo
que está en torno al hombre, todo lo que le rodea, no sólo lo inmediato,
sino lo remoto; no sólo lo físico, sino lo histórico, lo espiritual. El
hombre, según Ortega, es el problema de la vida, y entiende por vida
algo concreto, incomparable, único: «la vida es lo individual»; es
decir, yo en el mundo; y ese mundo no es propiamente una
cosa o una suma de ellas, sino un escenario, porque la vida es tragedia
o drama, algo que el hombre hace y le pasa con las cosas. Vivir es
tratar con el mundo, dirigirse a él, actuar en él, ocuparse de él. En
otros términos, la realidad circundante «forma la otra mitad de mi
persona». Y la reimpresión de lo circundante es el destino radical y
concreto de la persona humana.
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