jueves, mayo 04, 2017

La otra noche, cuando comprendí que había pasado otro invierno y que no había escuchado el canto del petirrojo, sentí una nostalgia muy intensa de mi casa anterior y del petirrojo diario. Una nostalgia que se podría convertir literatura con sólo dejarla suelta. No sé por qué no lo escribí enseguida. Me he acordado ahora, cuando ya es tarde, porque este fin de semana he vuelto al presente y cuánto he oído los cantos de los jilgueros y de los verderones o verdecillos, que no sé, y de otros pájaros que ya ni la duda tengo de cuáles pueden ser, pero qué fiesta. Adiós a aquella nostalgia tan pura, pues.

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