Me gusta oír a los enamorados
demorándose hablándome prolijos
de las muchas bellezas de sus novias,
de las del cuerpo y de las del alma.
Me gusta más aún si las conozco
y yo jamás les vi tales encantos.
Asiento deslumbrado y pido más.
Soy un ciego al que explican los colores.
Pero He visto mis musas, más brillantes que las estrellas
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