Si bien es cierto que Un dios salvaje comparte con la película de Buñuel
la incapacidad casi sobrenatural de los personajes de escapar de esa
situación, el peso del texto de Yasmina Reza, acá no tan adaptado como
trasladado a la pantalla a cuatro manos entre Polanski y la propia Reza,
termina imponiéndose al violentísimo nonsense de El ángel exterminador.
Lo cual no sería un problema si hubiera en la película de Polanski la
idea de reinterpretar o apropiarse del material o, al menos, la
intención de exponer su origen teatral
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