Y las damas vestidas de rojo para mi dolor y con mi dolor insumidas
en mi soplo, agazapadas como fetos de escorpiones en el lado más interno
de mi nuca, las madres de rojo que me aspiran el único calor que me doy
con mi corazón que apenas pudo nunca latir, a mí que siempre tuve que
aprender sola cómo se hace para beber y comer y respirar y a mí que
nadie me enseñó a llorar y nadie me enseñará ni siquiera las grandes
damas adheridas a la entretela de mi respiración con babas rojizas
y velos flotantes de sangre, mi sangre, la mía sola, la que yo me
procuré y ahora vienen a beber de mí luego de haber matado al rey que
flota en el río y mueve los ojos y sonríe pero está muerto y cuando
alguien está muerto, muerto está por más que sonría y las grandes, las
trágicas damas de rojo han matado al que se va río abajo y yo me quedo
como rehén en perpetua posesión.
En Extracción de la piedra de la locura
Imagen: s/d
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