lunes, julio 11, 2005

Mezclóse el sabor de tu último beso
con el néctar salado que arrojaron mis ojos,
y mis torpes brazos, en un vano impulso
intentaron retenerte...absurdamente;
y mi cuerpo, ya inerte y mortecino...
y mi alma, enajenada
aún hoy le gritan su dolor al viento
que no hace más que esparcirlos por la nada.

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