Odio a los que desean ser felices, pues su fuerza sólo les alcanza para
desearse a sí; odio a los poetas y escritores, pues su fuerza no les
alcanza para destruir sus obras; odio a los cultivadores del cuerpo que
no han probado el deseo de arruinarse; odio a los que adoran al dios que
les promete paz, porque les promete paz, adorando más la paz que al
dios; odio a los que odian de vulgar manera, pues pocos odian por el
placer de odiar pudiendo por su fuerza del odio librarse, mas
conservándolo y aumentándolo no con miras al objeto odiado, no con miras
al sujeto que odia; cualquier sentimiento que busque crear o destruir,
es uno emanado de la debilidad.
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