ocurre nada especial.
Pero afuera, en la calle, la ciudad duerme
bajo un silencioso manto de estrellas,
el rostro pálido de la luna nos muestra
una extraña mueca dolorosa,
mientras se escuchan los aullidos de los lobos;
la niebla fría y fantasmagórica
nos dibuja una extraña silueta
que surge entre las sombras;
desde la acera un gato negro nos mira fijamente
bajo la luz amarillenta de una farola.
Y dicen que nunca pasa nada.
Todo esto a mí me parece extraordinario.
Todo esto a mí me parece extraordinario.
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