domingo, abril 22, 2018

Lejos de melancolías y de lavadoras.
Por favor, nada de caras mortecinas,
y de esa mirada que se arrastra
por las paredes, hasta quedarse quieta
en la nostalgia de una ventana, o de un libro
de Eça de Queirós -es "El primo Basilio".

¡Fuera, fuera! Yo no estoy aquí
(el pasillo se pone oscuro
y ya no queda nadie en los espejos),
y os juro que no es domingo,
y que el cielo no amenaza tristeza.
Lejos, estaré por B..., o quizá
en alguna casa naranja -o fucsia- de M...,
o amando a mi muerte en la Provenza
(sin dar más explicaciones).
Es definitivo: nos hemos ido.
Que nadie me espere mañana.
Desde este poema os digo
que a partir de ahora ya nada será lo mismo.
Lector, sé discreto,
esto debe de quedar entre nosotros.

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