La
constitución monstruosa del ser humano radica en su multiplicidad de
habitantes singulares, incapaces de alcanzar armonía total, incapaces de
constituir Dios, por lo tanto, terreno fértil y sólo habitable para el
amor y sus distintas posibilidades desde la compasión fascista cristiana
al odio lujurioso y feliz precolombino. Así éste no es más que un
problema geométrico no proyectable o sustentable en lo lingüístico, una
pena, pues vuelve al ser humano un ser no evidente sino
obvio. Así la irregularidad como única posibilidad de constitución de
un ser pude ser presentada en un pequeño mapa de coordenadas o incluso
ser enseñada en el jardín de infantes a modo de estimular líneas básicas
de pensamiento de un ser humano moderno. Ahora bien estos habitantes
singulares del macrosujeto constituyen irregularidad pero no arritmia,
de otra forma no podrían ser parte del macrosujeto mismo, como se ve,
teoría elemental de conjuntos y claro está, aunque no sean pocos los que
discrepen, que la teoría de conjuntos es un subconjunto de la geometría
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