martes, octubre 15, 2019

El diablo encuentra su espacio en el teatro y en el folklore; en la literatura homiletica, en los sermonarios, los libros de ejemplos. los milagros y los misterios, las vidas de santos; en fin, en el ámbito popular, aparece fácilmente al diablo. en la literatura cortes y en la teología de la edad media, el demonio en cambio, parece escamotearnos su presencia.
Por su parte, los teólogos medievales, huyendo del dualismo maniqueo que afirma el doble principio del Bien y del Mal, le niegan identidad. lo conciben como un ser circunstancialmente malo; como un ángel venido a menos que pasa por un estado de rebeldía pero que puede llegar a la reconversión. Sustancialmente, el demonio como naturaleza maligna tiene una difícil existencia: es más popular que intelectual.
Si el diablo tiene dificultad para manifestarse directamente, su aparición por medio de descendientes puede facilitarle la tarea. No faltan hijos de demonios desde los comienzos de la literatura caballeresca. Estos hijos por su doble origen no están determinados al mal y pueden cambiar de conducta; de esta forma nos encontramos en un paralelismo las figuras de Merlín y Hellboy.

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